
El ecosistema del turismo y la comunicación vive una tensión evidente: abundan los contenidos, pero faltan criterios. Y las audiencias se saturan.
Las marcas buscan alcance sin estrategia, y los destinos hablan, pero sin lograr diferenciarse.
No es una predicción apocalíptica ni una tendencia pasajera.
Es la convergencia de fenómenos que ya se ven en campo: viajeros que replican estéticas algorítmicas, creadores presionados por métricas erráticas, destinos que se diluyen en campañas sin coherencia y una industria que, sin darse cuenta, está perdiendo autenticidad mientras produce más contenido que nunca.
Este artículo busca ponerle nombre a ese ruido y, sobre todo, abrir una conversación necesaria sobre el futuro del contenido turístico y la comunicación turística. No desde un escritorio, sino desde la experiencia en territorio, la observación cotidiana y la lectura de tendencias globales.
No suelo escribir este tipo de columnas…
Mi blog siempre estuvo más ligado a experiencias de viaje, guías prácticas y relatos en primera persona.
Pero en los últimos años vengo observando ciertos movimientos en el marketing, en la creación de contenidos y en la manera en que viajamos.
Lo curioso es que muchas de esas intuiciones, que para mí nacen de caminar destinos, charlar con viajeros y de trabajar con empresarios de turismo, empiezan a coincidir con lo que hoy publican algunas consultoras y referentes del sector.
Esa coincidencia me animó a escribir este análisis. No porque quiera “tirar teoría”, sino porque creo que estamos entrando en un momento bisagra.
Y si algo aprendí en mis años de emprendedor, de trabajar en sistemas y después como creador de contenidos, es que cuando varias líneas se cruzan al mismo tiempo, vale la pena detenerse, ordenar la mirada y compartirla.
Lo que viene para 2026 tiene un eje claro y ensayemos una síntesis muy potente: el viaje y la comunicación se vuelven “phygital”, una integración entre lo físico y lo digital que ya no es una moda, es un nuevo esencial a la hora de viajar.
Ojalá pueda ordenar este coctel de reflexiones y compartirlas de una manera simple para abrir el debate, por esto me veo obligado a separar conclusiones sueltas, para unirlas al final y durante el desarrollo.
1. La unshittification: limpiar la basura digital
El primer síntoma de este cambio es cultural.
Unshittification: Término que resume la necesidad de limpiar el ecosistema digital de contenido vacío, repetido o artificial. No es una moda: es una reacción natural a años de saturación.
Venimos de años de sobreproducción digital: miles de contenidos por minuto, formatos repetidos, inteligencia artificial usada sin criterio, estética por encima del sentido.
Las audiencias —ya lo mencionan Karina Barcellos y otros estrategas— están cansadas. Cansadas de lo falso, de lo genérico, de lo despersonalizado.
La era del “más rápido, más corto y más viral” está tocando un límite. Ese límite tiene nombre: unshittification, la depuración necesaria en un ecosistema saturado de ruido.
Y no se trata solo de marketing: atraviesa al turismo, a los creadores y al propio viajero.
Coincide con algo que plantea Jorge Gobbi en uno de sus últimos análisis: cada vez más, las personas leen su experiencia de viaje como un reflejo algorítmico. No leen viajes, leen feeds.
No viven experiencias, las replican según plantillas implícitas. Y ahí se pierde lo humano, lo sensible, lo transformador.
La limpieza digital, entonces, no es solo eliminar contenido irrelevante. Es volver al propósito.
2. IA invisible y el salto del SEO al GEO
La inteligencia artificial dejó de ser novedad. Hoy funciona de fondo, casi imperceptible, en todo lo que hacemos. Y eso abre un nuevo frente: la batalla por ser citados por la IA, lo que algunos llaman GEO.
GEO (Generative Engine Optimization: Es la optimización para motores de IA generativa —como Gemini o ChatGPT— que responden preguntas y citan fuentes. No reemplaza el SEO (Search Engine Optimization), pero lo complementa. Entra en juego la autoridad del autor, no solo el volumen de contenido.
Ya no alcanza con posicionarse en Google: ahora hay que posicionarse en los motores de IA que responden preguntas.
No importa si tienes miles de seguidores; si la IA no reconoce tu experiencia como confiable, te quedas afuera de la conversación.
Lo veo todos los días. Gemini, por ejemplo, que es la IA que responde a consultas en Google como si fueran un resultado, ya cita contenido de mi blog en consultas sobre viajes.
Eso, para un destino o una marca, puede significar visibilidad real o completa irrelevancia. Por eso 2026 trae un cambio de mentalidad: la autoridad vuelve a ser más importante que el alcance.
Y aquí aparece el primer choque con prácticas de marketing actuales: decisiones tomadas solo por métricas superficiales.
Se sigue confundiendo volumen con influencia, velocidad con estrategia, “likes” con impacto.
El GEO no premia eso. Premia consistencia, profundidad, experiencia y autoría. Premia lo que vos podés demostrar, no lo que las estadísticas de alcance inflado sugieren.
3. El viaje como reflejo algorítmico
La lectura que hace Jorge Gobbi del turismo contemporáneo ayuda a entender por qué el ecosistema está en tensión.
El viajero está entrenado para leer su propio reflejo en feeds algorítmicos. Viaja según lo que ve y publica según lo que cree que tiene que publicar, evalúa la elección de destinos según estéticas replicadas.
La consecuencia es una estandarización peligrosa: todos los relatos se parecen, todas las fotos se parecen, cada experiencia se acomoda a lo que funciona en redes.
Y mientras los creadores corren detrás del algoritmo, las empresas toman decisiones que refuerzan peligrosamente esa lógica: campañas guiadas por números que parecen grandes, pero sin estrategia detrás.
He visto empresas elegir perfiles para campañas no por afinidad con el destino, sino por métricas mal interpretadas.
No hace falta señalar a nadie: alcanza con decir que esas decisiones producen ruido, no resultados. Y cuando las campañas se construyen en esa lógica, el viaje se vuelve una escenografía, no un descubrimiento.
Este círculo vicioso explica por qué el público valora cada vez más lo auténtico. Y por qué 2026 será un año donde los contenidos superficiales van a empezar a perder peso real.
“Menos plantillas, más experiencia propia.”
4. El regreso a lo físico con una narrativa digital
Después de tanta saturación, el péndulo vuelve a su sitio original: la experiencia física. No como nostalgia, sino como diferencial.
¿Qué quiero decir con “narrativa desde el terreno”? Contenido que nace en el lugar, con contacto real, y luego se amplifica en múltiples formatos. Es lo opuesto al contenido producido desde escritorio.
Lo dice el Trend Report de Artlist 2025: no se puede falsificar una experiencia real. No importa cuántas herramientas tengamos; la emoción de estar en un lugar sigue siendo irreemplazable. Lo que cambia es cómo la narramos. (Ver Report original completo)
Y acá entra en juego lo phygital. Cuando visité el sitio arqueológico de Panamá Viejo, experimenté por primera vez esta integración con claridad.
Estaba caminando el lugar, viendo ruinas que cuentan su historia, pero sin poder imaginar cómo fue ese espacio en su esplendor. En ese momento recordé una aplicación de realidad aumentada que había probado en la Casa Batlló de Gaudí, en Barcelona.
Cuando edité el video de mi visita al sitio, utilicé una herramienta de IA para reconstruir escenas, revivir momentos históricos y superponerlos a lo que tuve realmente enfrente.
No reemplazaba la experiencia física: la ampliaba.
Era como agregar capas invisibles a un sitio real. No un filtro. No una fantasía. Una realidad aumentada emocional: el cruce perfecto entre terreno y tecnología.
Si esto se hace con criterio, la IA se vuelve una herramienta poderosa para destinos, creadores y marcas. Y creo que justamente es ahí adónde va 2026.
5. Cross-platform desde el terreno real
Las audiencias ya no viven en una sola plataforma. Saltan. Consumen. Escuchan. Miran. Y esperan coherencia.
El marketing que viene plantea un gran desafío: “estar en todos lados”, pero no por repetición, sino por estrategia.
La solución aparece cuando el relato nace del terreno y luego respira autónomamente en distintos formatos: un podcast, un vivo, un reel grabado en el lugar, una nota editorial, una columna en radio, un newsletter.
Pero lo digital amplifica: la autenticidad la da el contacto físico.
El concepto de phygital es esto: contenido que se construye en carne propia y se multiplica con tecnología.
Este es el modelo que estamos comenzando a trabajar: una integración entre producción in situ, presencia en radio, streaming, video, blog y contenido editorial.
6. Owned media y comunidades que importan
La otra gran tendencia que coincide con mi experiencia es el regreso al “medio propio”. Las redes suman, pero no pertenecen. Son autopistas prestadas.
En cambio, un blog, una comunidad, un newsletter o un pódcast construyen relación a largo plazo.
Las comunidades pequeñas pero activas vuelven a ser más valiosas que miles de seguidores silenciosos.
Esto no reemplaza las redes; las complementa. La clave es equilibrar plataformas externas con medios propios que sostengan autoridad.
Un cierre y lo que me gustaría explorar el año que viene
2026 será un año de integración. De limpieza. De volver al sentido original del viaje y dejar atrás la repetición automática de plantillas.
La tecnología seguirá avanzando, la IA seguirá creciendo, pero debería amplificar lo humano, no reemplazarlo.
Este artículo es el primero de una serie sobre el cruce entre viajes, estrategia, creatividad y tecnología.
Si te interesa que siga profundizando, estate atento a las próximas notas.
Si quieres abrir debate, cítame en X como @chetobaar.
Lo físico vuelve. Lo digital madura. El viaje cambia. Y es un momento fascinante para contarlo.




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