Explorando el Parque Nacional Monte León

El Parque Nacional Monte León es un paraíso escondido que merece ser descubierto y apreciado. Sin duda, uno de los lugares más memorables de nuestro viaje al sur de Argentina.

Recomiendo encarecidamente este destino a todos los viajeros que buscan un lugar salvaje y hermoso en la Patagonia Argentina.

Durante nuestro emocionante viaje en motorhome hacia Ushuaia, decidimos hacer una parada en el Parque Nacional Monte León, un destino desconocido para nosotros hasta ese momento.

Ubicado en la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia Argentina, este parque nos sorprendió con su belleza salvaje y su rica fauna.

Si alguna vez viajan por carretera hacia o desde Ushuaia, no pueden dejar de visitar este tesoro natural.

Desde el primer momento en que entramos al parque, nos sentimos transportados a un lugar remoto y majestuoso.

Sin nada ni nadie a nuestro alrededor, solo la presencia de sus habitantes más hermosos: los animales, las aves y el mar.

El parque debe su nombre a una formación rocosa que se asemeja a un león mirando al mar, una imagen que queda grabada en la memoria de todos los visitantes.

El Parque Nacional Monte León abarca 60 kilómetros cuadrados y posee una costa marítima de 36 kilómetros.

Se encuentra en las ecorregiones del mar argentino y la estepa patagónica, lo que explica su creación para conservar una muestra representativa de la biodiversidad costera en excelente estado.

Entre sus habitantes se encuentran guanacos, zorros, choiques y pumas.

Las aves marinas, como cormoranes, gaviotas y pingüinos, también son frecuentes en esta área.

De hecho, Monte León alberga la cuarta pingüinera más importante del país, hogar del pingüino de Magallanes.

Llegar al parque es una experiencia en sí misma. La entrada nos resultó algo difícil de encontrar, ya que, aunque hay una sede con guardaparques en el casco de la antigua Estancia Monte León, el ingreso está unos pocos kilómetros al sur de esta estación.

El camino desde la Ruta Nacional 3 al parque es una verdadera belleza. Al principio, el paisaje es llano y se puede observar la típica llanura semidesértica, pero a medida que uno se acerca a la costa, el terreno se vuelve más variado, con sierras verdes, médanos y areniscas, hasta que finalmente se divisa el mar.

El acceso al parque incluye 25 kilómetros de ripio en buen estado general, salvo por algunas zonas de cañadones y tres pendientes muy inclinadas.

Aquí es donde la Querubina, nuestra querida motorhome, tuvo que demostrar su valía. En una de las subidas más empinadas, mi señora tuvo que bajarse y colocar piedras tras las ruedas para que pudiéramos seguir avanzando sin recalentar el embrague.

No es un camino recomendado para motorhomes grandes, y es aconsejable ingresar en al menos dos vehículos, ya que no hay señal de celular y el camino puede ser solitario.

En nuestro caso, no encontramos a nadie ni a la entrada ni a la salida. De haber tenido algún problema, habríamos tenido que pasar la noche allí, y el frío nocturno de verano ya era considerable, no quiero imaginar cómo sería en invierno.

A pesar de las dificultades, todo valió la pena. Los atardeceres en Monte León, con el acantilado perforado por la erosión marítima como fondo, son una de las postales más impresionantes de la Patagonia Austral.

La tranquilidad, la belleza natural y la conexión con la fauna local hicieron de nuestra visita una experiencia inolvidable.